Capítulo 6: Operación de sistemas de archivos
Selección de un sistema de archivos.
Como habrás deducido a estas alturas del capítulo, en muchos casos no podemos elegir el sistema de archivos que usamos, porque vendrá impuesto por el propio sistema operativo. Por ejemplo, en las últimas ediciones de Windows, es obligatorio utilizar NTFS como sistema de archivos sobre el que se instala el sistema operativo. De lo contrario, no tendríamos ninguna de las ventajas que aporta NTFS sobre todas las versiones de FAT.
En otros sistemas operativos, como es el caso de GNU/Linux, habitualmente sí es posible elegir el sistema de archivos con el que vamos a trabajar. Por ejemplo, las últimas versiones de Ubuntu siguen instalándose sobre ext4, pero se ofrece como alternativa instalar sobre ZFS. Además, una vez instalado, podríamos optar por el uso de otros sistemas de archivo, como Btrfs, que se ofrece de forma predeterminada en otras distribuciones como OpenSUSE.
Por otra parte, si lo que pretendemos es dar formato a un dispositivo externo, el abanico de opciones es mayor, pero debemos pensar en el uso que haremos de él. Veamos algunos ejemplos:
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Si pensamos almacenar información que después compartiremos con diversos dispositivos, como la televisión y un reproductor de audio, deberíamos plantearnos elegir FAT32 o ExFat.
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Por el contrario, si solo pensamos compartir los datos entre sistemas Windows modernos y sistemas GNU/Linux, podríamos optar por NTFS.
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Lo mismo valdría si pretendemos compartir datos únicamente entre sistemas Windows.
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Por último, si el objetivo es compartir datos únicamente entre sistemas GNU/Linux, deberíamos elegir un sistema de archivos que esté ampliamente soportado por diferentes distribuciones, como ext4.
Como ves, en este último caso, disponemos de opciones variadas, pero nuestra elección deberá estar debidamente motivada y razonada.